SILVIA
UNA MULTIFACÉTICA FÉMINA PLATENSE DEVENIDA MOQUEHUINA.
No me alcanza un libro para hablar de vos, querida amiga.
En Moquehue, con la luz viajera que filtraba temprano por los marcos de la ventana de tu cuarto, en esa cabaña, auténtica obra de arte vanguardista, construida en dedicada labor y en el enaltecimiento a los ritmos lugareños por vos y tu pareja, compartías fotos de tus amaneceres.
Casi siempre despertabas temprano, desayunabas por lo menos dos veces, según me contabas en tus mensajes, mientras ibas escuchando con o sin auriculares los avatares de la política nacional, entre aroma de café recién hecho o infusiones que abrigaban el alma.
Eras una auténtica alquimista, elaborando cosmecéutica, cosmética natural con tu exigente precisión propia de tu formación científico profesional como farmacéutica, a la vez que tus conocimientos de fitoterapia natural. Cuánto aprendimos de vos todas tus amigas y conocidas. No olvidaré esos frascos de vidrio oscuro de boticario, cada rótulo prolijamente escrito, las etiquetas con la fórmula y principios activos y esas mini balanzas antiguas o modernas de máxima precisión, los cuidadosos cálculos de cantidades en cada preparado de tinturas madres, cremas, geles, protectores labiales, lociones, pastas dentales.
Cuando te conocí, hace unos once años, vos y el Pela tenían un emprendimiento basado en la vida slow, inspirado según me explicaste en los principios del libro Elogio de la lentitud, del autor Carl Honoré, que enfatiza la necesidad de disfrutar cada momento a un ritmo sereno, privilegiando la calidad a la cantidad, saboreando los minutos y segundos, en vez de contarlos. Ese restaurant antisistema fluía al calor de la gran salamandra, los aromas de la cocina creativa y las cervezas autóctonas de tu compañero de vida, entre notas de chelo. Vos con tu enérgica y a la vez sensible presencia recibías, personalizadamente, a cada visitante abriendo tu netbook, compartías notas de color en fotos de: cada piedra colocada, los sectores con adobe, el pretendido formato octogonal de la construcción, cada artesanía hogareña, cada tela recreada en cortinas, los primeros inviernos, y algunos vecinos que se allegaran a colaborar en alguna instancia del proceso.
Asimismo, narrando la venida desde La Plata, el largo viaje por pueblos de la Patagonia y la decisión de elegir este paraje para habitar. Atrás había quedado la farmacia de la gran urbe, y sin embargo en dos momentos también asumiste ser farmacéutica en Pehuenia y casi a lo postremo una última incursión en Zapala, como directora técnica un muy breve tiempo. Cuantas enseñanzas habrás dejado, desde tu impronta ética.
En este acto de escribir que va saliendo, se corta la energía eléctrica, frecuente emergente de estos lares. Justo la notebook se queda sin batería. Hago una pausa. Resignifico tus múltiples facetas: mujer, madre, abuela, profesional, amiga, vecina, en jubileo, voz empoderada de ideales, valores y derechos, brotando con vehemencia ante cada injusticia percibida, tu lado intuitivo. Y esa ancestralidad irlandesa latente en tu apellido y tu temperamento.
Te recuerdo haciendo las sorpresas para un primer cumple de Lila aquí, tan versátil en decorar ocurrentes tortas que ponderaran los gustos de tus nietos. Los viajes compartidos a San Martín de Los Andes y Bariloche, para que Lila conozca nuevos lugares, las charlas sobre ser una mujer con autonomía conducentes a tu nieta. Varias veces pasaste frente a casa de la mano de Milo, y me invitaste a sumarme a la caminata y acompañarlos al lago o a la plaza de juegos.
Rememoro también los consejos a tu hijo y nuera para que se instalen en Pehuenia donde sus hijos contarían con más posibilidades de actividades y amistades, siempre tan exiguas en Moquehue.
También cada uno de los chats de Instagram compartiendo ideas de ropa con estilo propio y animoso para esta etapa de plenitud.
No imaginé, entonces, en medio del trajín cotidiano de estar trabajando más de 8 horas fuera de casa, sin contar los tiempos de traslado, y la preparación de las clases, o durante la reorganización mi vida en jubileo, que partirías antes, a otro plano, dejando esa sensación de incredibilidad en la mayoría de quienes te conocimos. De haber sabido, hubiera prestado aún más atención a cada frase, a cada consejo, o sugerencia, a cada principio de la medicina natural. Ni hablar que cuando vi la Serie sobre las Tierras altas de Escocia pude reconocer cada principio activo de la medicina que la protagonista en sus viajes en el tiempo aplicara: la equinácea para los estados gripales, árnica para lo muscular, cardo mariano para alivianar la función hepática, y tantos otros.
Hablar de vos, en mi calidad de amiga es hacerlo en forma completa, incluyendo lo luminoso, las potencialidades, y lo sombrío. Todo hace a nuestra endeble y finita humanidad.
Bajo una coraza fuerte se alojaba un corazón de oro. Había tanta fragilidad y sensibilidad, sólo expresada a los afectos cercanos.
A veces te afloraban viejas voces internas de tu madre, alguna herida que se abría… y entonces hacías arte: pintabas la silla hamaca de ella que aún conservabas o las columnas de tu cabaña. Y un colibrí se acercaba a tu ventanal. Y llorabas y escribías un mensaje, o me visitabas para contármelo. En otras ocasiones un alejamiento fugaz de tu hermano al crepitar de un debate acalorado sobre política. Y cuando no, un pequeño cortocircuito con algunas de tus amigas. Conmigo fue con la que casi no te enojaste.
Solo nos distanciábamos un tanto cuando yo viajaba por trabajo a radicarme breves meses en otra ciudad, o cuando me zambullía en una relación.
En otro instante fugaz, el recuerdo de tu época de estudiante en dictadura… y allí aparecía la militante, la activista, de intensas e inquebrantables convicciones
De repente, traías fotos de tu juventud y de aquellas amigas que yo no conocía. Sus vidas, sus charlas, su música y vestimentas.
Pasarnos el nombre de series y películas que íbamos viendo, compartir su análisis, hablar sobre el personaje con el cual cada una se sentía identificada.
Las caminatas compartidas que se habilitaron durante la apertura del encierro en pandemia. En particular aquella en la que viéramos huellas de puma y de la liebre que éste seguía, sobre 90 centímetros de nieve, en la que apenas asomaban las puntas de los cercos. En verano conocer en un total de 9 horas, entre ida, vuelta, picnic y remojo de pies en los fríos arroyos del deshielo, el sitio que diste en llamar Feng Shui, mágico lugar poco frecuentado, con plantas bellísimas desconocidas para mí, y cuyo nombre científico y vulgar fueras describiendo, como solías hacer en cada caminata.
Luego, como toda mujer, la fragilidad en el amor, propio y en relación al otro, en esas contradicciones que atraviesan a toda existencia.
A veces en tu necesidad de intervenir desde el control de algunas situaciones, caías en los boquetes emocionales más profundos del bajo astral, tan inherentes a las condiciones de lo femenino y las contradicciones propias, individuales, colectivas y culturales que nos atraviesan.
Creo en los sueños y su significado. Aproximadamente un mes antes de tu paso a otra forma de vida, soñé que iba a tu casa y no estabas. Quien me habría la puerta era Bibi, mi otra gran amiga moquehuina que ya no está en esta existencia física. Yo vivía como extrañada y confusa esa situación del sueño. Posiblemente fuera una premonición. Igualmente recuerdo en el mes de julio cuando me contaste sobre los sueños con tu papá, tu mamá y tu amiga también llamada Silvia y que también habían partido. Y tus interrogantes sobre por qué estarías soñando sobre ellos.
Lo más bonito, y seguramente significativo para vos haya sido que al final de esta vida, desde una perspectiva material, al partir en tus últimos instantes estuviste acompañada por tu amado compañero.
Desde el afecto siento que te haría un monumento, no solo en agradecimiento a la amistad que pude disfrutar, sino por el compromiso con tu labor, en la generosidad al compartir tus saberes, como pionera entre las farmacéuticas locales, y como mujer consciente de su poder. Aunque pienso un monumento es algo duro, rígido como para reflejar respetuosa, eclécticamente y desde el sentir, las múltiples circunstancias de una vida tan rica. Por ello, el homenaje es desde la escritura, con vida, desde las memorias.
Marie
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